«Es una pérdida del enfoque humano en nuestro trabajo», afirma Ana María (55 años), cartera con dos décadas de experiencia en Correos Aranjuez (Madrid). La empleada critica las nuevas condiciones propuestas por la empresa pública en su último acuerdo marco, negociado bajo la dirección de Pedro Saura. Según el documento, medidas como horarios flexibles —que oscilarían entre 5 y 9 horas diarias según la carga laboral— buscan modernizar la compañía y enfrentar su «delicada situación económica». Sin embargo, para Ana María, esto se traduce en «sobrecarga laboral inasumible» y estrés crónico.
Horarios variables y desgaste físico: «¿Cómo trabajar nueve horas si termino exhausta?»
El plan propone redistribuir el 10% del tiempo anual según la demanda, algo que la cartera considera inviable. Con cerca de 700 envíos diarios, cuestiona: «Si termino mi jornada sin fuerzas, ¿cómo alargarla tres horas más?». Además, los turnos divididos en mañana (60%) y tarde (40%) agudizarían, según ella, el «desgaste físico» de una plantilla con mayoría de trabajadores mayores de 50 años.
La situación se complica para quienes concilian familia y trabajo. Victoria (42 años), también cartera en Aranjuez, se pregunta: «¿Quién lleva a mis hijos al colegio si un día trabajo cinco horas y al siguiente nueve?». Aunque Correos promete avisar con 15 días de antelación, ella duda: «El volumen de envíos se conoce el día anterior. ¿Cómo planifican?».
¿Adaptación o privatización encubierta?
Mario Murillo, representante de CGT Correos Madrid, acusa a la dirección de imitar modelos privados: «Su excusa es competir con Amazon, que reparte fines de semana». De hecho, el acuerdo incluye semanas laborales de martes a sábado. Óscar Parro, presidente de CSIF Correos, defiende los cambios como «necesarios para evitar una quiebra técnica», aunque admite falta de transparencia en detalles clave.
Rutas dinámicas y falta de personal: «Pueblos enteros sin correo»
Otra medida polémica son las «rutas de reparto dinámicas», que eliminan la asignación fija de zonas. Victoria alerta: «Conoces tu sección, eres eficiente. Ahora, con desplazamientos imprevistos y menos personal, el servicio se resiente». Xosé (44 años), cartero en Asturias, confirma que este verano hubo pueblos sin recibir correo por falta de trabajadores.
En Barcelona, José Antonio relata la cruda realidad: en su oficina, de 15 empleados solo quedan 6. «Nos ordenaron priorizar paquetes de Amazon, y el correo ordinario quedó abandonado», explica. La saturación, sumada a objetivos de eficiencia basados en volumen, ignora realidades dispares: en zonas rurales, recorrer kilómetros para pocos envíos no se equipara a repartos urbanos.
Huelga y descontento sindical
Mientras los sindicatos CSIF y UGT continúan negociando, CGT —junto a otros grupos como SiPcte— ha convocado una huelga estatal para este miércoles. Denuncian que, pese al declive del correo tradicional, la paquetería ha aumentado, exigiendo más contrataciones en lugar de medidas que «precarizan el empleo».
Correos insiste en que estos ajustes son vitales para su supervivencia. No obstante, sus trabajadores claman que la solución no está en imitar a las privadas, sino en invertir en un servicio público que priorice tanto la calidad como el bienestar de quienes lo sostienen.
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